El mono y el cangrejo

Publicado: 18/07/2013 en Cuentos, Universo cangrejo
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Cuento tradicional japonés.

Cuenta la tradición japonesa que un día, hace mucho mucho tiempo, se encontraron un mono y un cangrejo.image

El mono llevaba consigo una semilla de kaki como único tesoro y el cangrejo un bola de arroz que se disponía a comer. El mono, al ver aquel manjar pensó que podría hacer un buen negocio y le dijo al cangrejo:

– Mira, cangrejo, se bueno y cámbiame esa bola de arroz por esta semilla de kaki.
El bondadoso cangrejo entregó sin protestar su única posesión. Tomó la semilla, fue a su huerta y la sembró.

Al poco tiempo la semilla germinó y nació una planta. Al cabo del tiempo se convirtió en un árbol tan alto, que la copa se perdía en el firmamento.

El maravilloso árbol estaba rebosante de kakis, pero para el pobre cangrejo todas esas frutas eran absolutamente inaccesibles. Al ver lo fácil que era para el mono subir al árbol, decidió llamarle para que le alcanzase las ricas frutas. Pero el mono, bastante más malintencionado que el pobre cangrejo, se subió a una rama y se puso tranquilamente a comerse las más maduras y sabrosas.

No contento con eso, el mono, con feroz malicia, tiraba las verdes contra el confiado cangrejo e incluso guardó en su saco aquellas que ya no podía comer.

El cangrejo, triste y con el caparazón magullado apenas pudo llegar a su agujero, donde tuvo que permanecer escondido varios días melancólico y dolorido.

imagePero los familiares y amigos del cangrejo se enteraron de lo sucedido y acudieron en su ayuda presas de la ira y la estupefacción.

Se unieron así al crustáceo varios parientes, un mortero, una avispa y un huevo. Entre todos trazaron un plan para vengar las anteriores ofensas.

Para empezar, pidieron paz a sus enemigos y gracias a esta hábil maniobra, pudieron conseguir que el mono entrase sin percatarse de nada en la cueva de los cangrejos, los cuales le recibieron con aparente sumisión y le hicieron sentar en el sitio de honor.

El mono, ajeno por completo a la maquinación, cogió las tenazas del brasero y empezó a atizar el fuego. En ese momento estalló el huevo que estaba escondido entre las cenizas quemando al mono.

Asustado y aturdido trató de aliviar el escozor en una vasija de agua, pero en el momento que abrió la tapa, la avispa, que estaba allí dentro escondida, clavó su aguijón en la cara del angustiado mono.

Presa del miedo intentó llegar hasta la entrada de la cueva, pero en aquel momento sus pies se enredaron con unas algas y cayó al suelo. En ese momento, el pesado mortero, que aguardaba su turno subido sobre una roca, cayó sobre el mono, dejándole tan débil que no podía moverse.

Fue así como el mono aprendió que tarde o temprano, la picardía de aprovecharse del más ingenuo y bondadoso acaba por pagarse caro.

comentarios
  1. Armando RObles dice:

    ¿Que es un mortero?

  2. IkramBarcala dice:

    Hombre… digamos que el mono le tocó bastante las narices al pobre cangrejo (corporativismo, ya sabes)

  3. Esto vendría a ser lo del ojo por ojo en versión japoanimal, ¿no?

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