La noticia tiene un lado terrible, no hay duda: este niño no conocerá a su madre. Sin embargo, hay que aferrares al lado bueno de la noticia, que es casi un milagro.
El esfuerzo de investigadores y médicos ha conseguido que un bebé pueda nacer a pesar de que su madre falleció (aunque su cuerpo se mantuviese en funcionamiento) cuando era sólo un feto de 15 semanas.
Es cierto que una noticia así es sólo posible en ciertos países y en ciertos centros médicos, pero desde aquí quiero dedicarle mi sonrisa a todos esos médicos e investigadores que se aferran a una mínima esperanza para continuar pese a que su trabajo y esfuerzo sea, con frecuencia, menospreciado.
Y por supuesto, también mi sonrisa a todas las familias que permiten que el fallecimiento de un ser querido sea una nueva vida para tantos otros que no podrían seguir adelante sin un donante.
La inmortalidad del cangrejo 