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¡Hola! ¿Queda alguien siguiendo este blog? Es que últimamente he podido dedicarle tan poco tiempo que, está a punto de perecer por abandono ¡y eso no puede ser!

Sin embargo, aunque apenas me da tiempo a nada, hoy no podía faltar. Hoy es primer martes de mes y por tanto, es ese momento tan especial para mí, en el que un amigo del blog me acompaña en mis divagaciones.

Esta cita de Divagando con… es además muy especial porque es la primera del año y porque mi contraparte es alguien fuera de lo común, Miguel Nonay, bloguero y aventurero al que sigo y admiro -no sin cierta envidia- porque, pese a las trabas del camino, que no son para todos iguales, su valentía y pasión por los viajes acaba con las fronteras y barreras más complicadas. Os recomiendo de corazón su blog A salto de mata. Una lección de vida y sobre todo, una llamada de atención sobre ese entorno que entre todos construimos.

En esta ocasión vamos a soñar

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imageSueño con que en 2014…

Aprovechando la iniciativa muy interesante de una amiga, @IkramBarcala y de su blog La inmortalidad del cangrejo, en la que propone divagar juntos sobre cualquier tema, voy a hacerlo sobre mis deseos para 2014, porque soñar es gratis y la vida me ha demostrado que si te empeñas, crees en tí y te rodeas de buena gente, suelen hacerse realidad.

Sueño con que en 2014 la gente se crea de una vez que no estamos inmersos en una crisis sino en un cambio de era como sucedió al pasar de una sociedad artesanal a una sociedad industrial y como ha venido ocurriendo a lo largo de la historia. Si este sueño se cumple, probablemente podremos comenzar a avanzar pensando en tiempos distintos o en nuevas oportunidades, en lugar de pensar que ya se pasará y pronto volverá todo a ser como antes.

Sueño con que en 2014 las relaciones laborales no se tomen bajo el prisma de «empresario explotador» y «obrero vago», porque los hay, en ambas partes y aunque son minoría cunden demasiado y juegan de farol. Sueño con un 2014 donde la «empresa y el emprendimiento» sean los protagonistas y empresarios y trabajadores el corazón de esos proyectos desde una óptica de mutua inversión: el empresario pone su know how y el dinero; y el trabajador invierte su tiempo y una parte de su vida.

Sueño con que en 2014 las fronteras se derriben como una barrera arquitectónica, cultural y humana y pasemos a lugares sin límite, donde la identidad cultural se respete y enriquezca a este mundo global con barrios distribuidos por todo el planeta.

Sueño con que en 2014 a los que en nombre de la libertad se dedican a cortar la libertad que tanto nos ha costado conquistar reciban la lección que merecen con uno de los derechos más libres, NO VOTARLES MÁS.

Sueño con que en 2014 entendamos el drama de la gente que deja su país y su familia para intentar desde la lejanía entregarles una calidad de vida mejor, a costa de la suya. Que entendamos lo valientes que son quienes se arriesgan a venir en pateras, emparedados entre los asientos de un coche o entre los ejes de un camión muchas veces a cambio de nada. Sueño con que recordemos cuando nuestros padres y abuelos emigraban a Argentina o a Francia y cómo eran recibidos en aquellos países. Sueño con que mucha gente pise tierra firme y se de cuenta que cuando sus hijos se marchan a trabajar fuera son unos inmigrantes que tienen la suerte de irse en asiento y legalmente.

Ya desde el plano personal, sueño con que en 2014 siga creciendo como persona y como viajero, sueño con conocer lugares increíbles y gentes impresionantes que me hagan sentir un nativo más allá donde esté. Y, por último, sueño con que en 2014 al menos alguno de estos sueños se hagan realidad.

Gracias Ikram por darme esta oportunidad de divagar contigo sobre los sueños como base para una realidad diferente.

Os deseo que en 2014 vuestros sueños, se cumplan.

20131201-093846.jpg¡Qué mejor que empezar un año para lanzarse a soñar!

Fantástico ¿no? Pues resulta que estoy en una fase en la que más que por soñar, me da por pensar: ¡Ay, virgencita de Lourdes, qué me quede como estoy! Y si lo medito tan sólo medio segundo, me parece una opción taaaan triste. Pero es que soñar me da casi escalofríos.

Por un lado, porque hay veces que los sueños se cumplen y luego resulta que lo que tú deseabas no es lo que querías (os dejo un ejemplo para entender este trabalenguas); y por otro, porque veo esos sueños tan alejados de lo posible, que casi me parece que peco de ilusa.

Pero le he pedido a Miguel que haga este ejercicio conmigo y estaría muy feo no expresar mis deseos para 2014 ahora.

Evidentemente sueño y deseo que 2014 me traiga el pack básico, archiconocido, pero además, indispensable: salud, dinero y amor. Creo que no por este orden, aunque si un par de kilitos de cada cosa. Pero no es un deseo a la ligera, si no de corazón, con fuerza. Qué los tres son ingredientes básicos para mi siguiente petición: quiero paz.

No hablo de paz mundial, que desde luego que la quiero pero no creo que esté dentro de lo posible. Si no algo un poco más egoísta: paz epitirutual. Tranquilidad de coco, básicamente. Es decir, tener la fortaleza y la actitud adecuada para poder afrontar lo que venga, lo bueno y lo malo, con sosiego y madurez. Porque hay veces que las cosas malas no lo son tanto como parecen y es tu mente la que las transforma; y otras, que las buenas no son lo que debería ser o no sabemos mantener esa energía positiva convirtiéndolas al final en una condena.

Y ya puestos, le pido al año nuevo ser capaz de no comerme tanto la cabeza y que si nos proponemos escribir un post sobre sueños, sea capaz de decir:

Sueño con estar más cerca del mar;

Y con poder viajar más con mi familia;

Y con millones de momentos románticos;

Y con trillones de sonrisas de mis hijos cada día;

Y tener y sentir a los míos cerca;

Y que trabajar vuelva a ser disfrutar;

¿Y sabes Miguel? sueño con atreverme a emprender una décima parte de las aventuras que tú vives sin que el vértigo o el miedo me provoque un paro cardíaco;

Y con no tener reparos a la hora expresarme y crear;

Y con poder decir lo que siento y oír ese sueño de sus labios;

Y sueño, sobre todo, con no tener miedo a soñar.

 


Y llegó el último Divagando con… del año!  La verdad es que esta a sido una aventura en la que me metí sin saber muy bien como saldría, pero la ha resultado una gozada tener cada mes a un amig@ diferente contándonos su visión sobre todo tipo de temas.

En esta ocasión nos acompaña una amiga peruana de origen y vecina de blog Rotze Mardini que, cuando la propuse participar,  enseguida me propuso un tema que a mi, particularmente, me parece apetecía interesantes: los sentimientos que nos despierta realmente la Navidad. Espero que nuestras divagaciones os aporten algo y, como siempre, estáis invitados a contarnos vuestra propia visión.

¡Muack! 

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rotzeVivencia y Visión de Navidad

Los cristianos de todo el mundo, esperamos con ansias la llegada de las Navidades para celebrar y recordar el nacimiento de nuestro Salvador.

La Navidad, es una fecha que guardo en mi alma con los mejores recuerdos de mi niñez en mi país y junto a mi amada familia. Esta celebración empezaba con el espíritu de compartir los preparativos para los días 24 y 25 en mi ciudad natal (Cusco – Perú), donde las familias aún conservan la costumbre de construir grandes réplicas del nacimiento de Jesús, donde cada una de ellas, hace gala de su creatividad e ingenio en esta forma de arte cusqueño y mi familia no era la excepción.

Hace 11 años mi concepto de Navidad fue empañada por una desgracia familiar, por haber acontecido días antes de esta fecha tan especial para mí, y es ahora que luego que dejara mi país hace tres años y me mudara a los Estados Unidos, veo que las cosas son muy diferentes en este lado del mundo. Me entristece ver que la navidad se haya reducido a un simple día comercial y no se vea el verdadero significado.

En mi modesta forma de ver la vida, la Navidad es la renovación de la unión familiar, el compromiso con nuestros seres queridos, la oportunidad de reconciliaciones, el compartir, el renacer el espíritu de confraternidad y agradecimiento por las cosas buenas que la vida nos da, el reavivar el espíritu de solidaridad con aquellos que necesitan una muestra de cariño y porque no, el recordar a quienes partieron de nuestro lado.

A pesar de ser una fecha un poco sombría por las circunstancias de un mal momento que pasara hace tanto tiempo, aún conservo los mejores recuerdos, el espíritu de compartir y vivir en agradecimiento por todos los momentos que la vida me regala cada día.

Mi deseo es que estas fechas sean para transmitir amor, cariño, agradecimiento y siendo cristiana (no practicante), acercarnos a Dios desde nuestro corazón, y agradecer por todo lo bueno que nos brinda cada día y compartirlo no solamente en estas fechas sino, durante todo el año, y vivir constantemente con ese espíritu.

Agradezco de corazón a Ikram Barcala por invitarme a participar en este espacio maravilloso y tenerme en consideración, me siento muy halagada.

¡Mil gracias Ikram!

Aprovecho la oportunidad para desear a todos los miembros de esta comunidad y a los lectores de este espacio, una feliz Navidad.

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Navidad. Navidad, dulce Navidad

La Navidad para mi es un cúmulo de sentimientos encontrados. (Uy, esto tiene pinta de parecer una redacción escolar).

De pequeña, como procedo de una familia humilde y muy muy práctica, nunca viví la «magia» que yo veía en otros hogares. Aún así me volvía loca de contenta cuando se acecaban estas fechas. Pasaba días eligiendo la ropa que me pondría y espiaba bajo las sabanas, llena de ilusión, por si conseguía oír entrar a Papá Nöel.
 
A los 17 años falleció mi padre y, como suele pasar en todos las familias en las que una silla (y un cráter en el corazón) se queda vacía, nada volvió a ser igual. La Navidad era esa fecha en la que todo el mundo tenía que estar contento por narices y con ganas de reunirse, y con ganas de cantar… Y una auténtica pesadilla para mí.
 
No existía la magia del encuentro porque siempre faltaría alguien. Además, como en mi familia no se estila lo de mostrar los sentimientos en público -ni en privado-, todos hacíamos como si nada, lo que hacía la situación aún más sangrante.
 
Sin embargo -y sé que no voy a ser muy original tampoco en esto- todo cambió cuando nació mi hija. A partir de ese momento mi pena (a la que te acostumbras, pero no desaparece) se fue camuflando entre toneladas de entusiasmo dirigido exclusivamente a conseguir que estas fechas fuesen absolutamente mágicas y llenas de ilusión. Intentando conciliar cosas que a priori no lo son: mis creencias religiosas con lo «impuesto por los grandes almacenes». Ya sabéis, ese afán mío de celebrarlo todo: el nacimiento de Cristo y la magia y la ilusión de unos seres ficticios, con camellos incluidos, que espían a mis pequeños tras los cristales para saber si son buenos o malos.
 
Este año cuento con la nueva experiencia de tener a mi hija como cómplice (para mi gusto demasiado pronto) y de que el pequeño Lucas comienza a ser consciente de todo. Pienso exprimir hasta el último segundo de su sonrisa picara, su nerviosismo nocturno y su entusiasmo al destrozar el papel de regalo (a esa está edad lo de menos es lo que hay dentro).
 
Por lo pronto, este puente, como es tradición, pondremos el árbol y el Belén, y buscaremos piñas y palitos para adornarlo. 😉
 
¡Feliz Navidad!

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@IkramBarcala


¿Qué tal ha empezado el otoño? ¿y la semana?

Como ya sabéis, los lunes me gusta compartir con vosotros algo que se ha cruzado en mi camino y me ha gustado. Algo que, de una manera u otra, me ha resultado gratificante. Y entre estas recomendaciones no suelen faltar los libros, que tan buenos momentos me regalan.

En este caso he dudado bastante si recomendarle o no, ya que se trata de un título que, por un lado me ha gustado mucho, pero por otro me ha resultado un poco cansino.

Portada de El monje que vendió su Ferrari de Robin SharmaMe explico. Se trata de «El monje que vendió su Ferrari» de Robin Sharma, que posiblemente muchos de vosotros ya conocéis. Es de esos libros que se catalogan de mil maneras diferentes, pero que a mi me gusta llamar de crecimiento personal.

Empiezo por lo que ha hecho que, pese a todo, este libro esté en mi sección de recomendaciones.

Hay básicamente un motivo: las grandes reflexiones que aporta. Muchas de ellas son grandes obviedades, pero que no viene mal que te las recuerden de vez en cuando.

Seguro que sabes de sobra que es muy recomendable beber, al menos, un litro y medio de agua al día y sin embargo, lo vas dejando y al final bebes lo justo, hasta que alguien te lo vuelve a recordar y te pones las pilas. Pues bien, hay muchas reflexiones con las que sucede algo parecido, siempre en un terreno más emocional o espiritual, claro está.

Un ejemplo que me encanta:

«Cada experiencia, hasta la peor, te brinda una lección»

Pues eso, que en los malos momentos, en vez de sumergirnos en el ciclo de lamentaciones en el que por propia inercia caemos, es más eficaz hacer una lectura de qué es lo que estamos aprendiendo de esa etapa, para tirar para adelante y que no vuelva a suceder.

Hay otras reflexiones que, sin embargo, no me había planteado. Por ejemplo, de la importancia de vivir de la imaginación y no de los recuerdos. Si, es obvio, me convence, pero nunca pensé en ello ni lo trabajé.

No sé, seguro que tú sacas muchas otras lecciones muy positivas.

Otra de las grandes aportaciones son la cadenas de hábitos o procesos que recomienda incorporar a la rutina para conseguir una serenidad (bueno, Robin Sharma habla de una felicidad eterna, pero yo me conformo con la serenidad).

Cuaderno de sueños hecho con decoupage

Se trata de unas cuantas estrategias que te ayudan a lograr una serie de virtudes, como puedan ser el dominio de la mente, conseguir, de forma natural, una mayor disciplina en nuestras vidas o cómo aprender a paladear el presente.

Entre todas esas prácticas o trucos, sin duda, el que más me ha gustado es el crear nuestro propio Cuaderno de sueños -que he aprovechado para hacérmelo yo misma de principio a fin con técnicas de decoupage y así sentirlo más mío aún :)-. El objetivo: clarificar cuales son nuestros verdaderos sueños/deseos para poder emprender el camino que de verdad nos lleva hasta ellos.  

Con respecto al motivo que me disuadía de recomendaros este libro: literariamente es francamente malo. El hilo argumental no se sostiene y a veces dan ganas de mandarle a paseo. Pero me quedo con las grandes reflexiones que aporta y…

 ¡Sí, os lo recomiendo!

Espero que os guste ¿lo conocías ya?


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Señoras, señores, tengo una doble vida.

Evidentemente no es que tenga una familia paralela a la mía o un amante y que me dé por contarlo en un blog (sería de muy mal gusto y yo soy un cangrejo con mucha clase) o que sea una periodista eficaz y madre amantísima por el día 😉 y por la noche me convierta en pitonisa, prostituta de alto estanding o actriz porno.

Es menos emocionante que eso –me temo- para todos vosotros, pero más satisfactorio para mí.

Mi doble vida se basa en que, cuando estoy despierta tengo una vida tangible, normal, como la del resto de todos vosotros y que cuando duermo, los sueños son tan tan intensos, que a la mañana siguiente tengo que hacer un esfuerzo por distinguir entre lo que ha pasado y lo que soñé, para no liarla.

Esto, la verdad, es que me ha pasado un poquito siempre.

Recuerdo con sonrojo –que antiguo me ha quedado- una vez que soñé con mi profe de Historia. Era un tipo la marImagen tratada de unos libros en una estantería de desagradable, misógino hasta la enfermedad, con pinta de poco aseado –lo he suavizado, lo reconozco- y sobre el que corría la leyenda negra de que le había dejado su mujer por malos tratos. ¡Una joya, vaya!

Pues va mi inconsciente y decide tener un sueño con él no sé si erótico o semi-erótico, pero cuando menos, romántico. ¡Alucino!

A la mañana siguiente, no me acordaba de nada. Había descansado muy bien y me dirigía a la pesadísima clase de Historia. Todo tan normal. Pero cuando entró el profesor en el aula, yo, sin ningún sentido, me puse roja como un tomate y me entraron unos nervios absolutamente injustificados.

En ese momento, el tipo se transformó ante mis ojos como si todo lo sucedido durante la noche en mis sueños hubiese sido real. Empecé a mirarle de otra forma. Sí, es cierto que iba desaliñado, pero podía ser que se tratase sólo de su estilo…

Pero claro, en el momento que abrió la boca mi consciente y mi subconsciente empezaron a luchar para llegar a una opinión consensuada sobre la situación.

Como te puedes imaginar, tras 50 minutos de clase volví a mi conclusión inicial sobre él, aunque es cierto que no le volvía a mirar nunca del mismo modo. Como si en el fondo me pudiese creer que en él, otra forma de ser era posible.

Esto fue hace muchos, muchísimos años –si me pongo a pensar cuantos, me voy a poner enferma- y el tema de mis sueños realistas/inventados no ha cambiado, es más, se ha acentuado.

Para empezar, porque no sé si por culpa del Lorazepam o porqué, cada vez interactúo más en los sueños, vamos que me marco unas parrafadas, unas carcajadas y unas llantinas, que mi chico lo flipa.

Y para continuar, porque no sólo cada vez me acuerdo más de mis sueños, sino que además soy capaz de encadenarlos de una noche para otra –a veces, qué más quisiera yo que tener ese absoluto control siempre- y los vivo con una intensidad y un realismo que cuando me levanto, hay veces que me cuesta distinguir lo real de lo soñado.

Por ejemplo, hace dos noches fue una jornada de esas en las que el peque no te deja pegar ojo y sin embargo, cada pequeña siesta era un intenso sueño. En uno de ellos, por ejemplo, me fui a dar un agradable paseo por la playa con varios amigos 2.0.

Imagen de la playa

En otro, me daba un baño clandestino al atardecer en el mar –se nota que tengo ganas de mar ¿no? – y el colmo de todo fue el sueño final de la noche.

Tengo muy mala suerte con los iPhones –a los que adoro- y ya me han robado dos, aunque el último de ellos lo recuperé previo pago de un rescate a su secuestrador –como lo leéis. Muy fuerte-.

Pues estaba yo en mi sueño tan tranquila haciendo una de mis frikifotos desde mi apartamento –que no tengo- a pie de playa, cuando se me cayó el teléfono desde una segunda planta. Desde allí, con mi vista supersónica –que tampoco tengo- podía comprobar que, pese al golpe, el teléfono seguía en perfecto estado. En ese momento llegó un chico extranjero –la verdad es que en este sueño todos eran guiris- y cogió el móvil flipando de que alguien lo hubiese dejado allí.

Yo gritaba -con una voz afónica que sólo me sale en los sueños cuando estoy en peligro- que el móvil era mío, pero él se metía en un autoservicio que había debajo del apartamento sin oírme.

Corrí por el pasillo. Salté por otro balcón que estaba a la altura de la playa. Continué corriendo hasta acceder a los bajos del apartamento desde la arena –en la vida real ya se me habría salido el hígado por la boca o me habría roto un tobillo, pero en esos sueños soy como Lara Croft– y llegué hasta el autoservicio en un periquete.

Imagen tratada de un iPhone sobre la camaUna vez que estaba dentro, le intenté hacer entender que ese teléfono era mío mientras él me hacía gestos de no tener ni idea de qué le hablaba. Vamos que se estaba haciendo el tonto o me tomaba a mí por idiota.

En ese momento, mí sueño paso de ser virtual a ser real y me dije a mi misma:

–          ¡Ah no! ¡Hasta en sueños me van a robar a mí el móvil! ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Y decidí despertarme -y de hecho me desperté- con la sensación de haber dado al geta ese con el plato en las narices.

Y a pesar de que la noche fue de no pegar ojo y de dormir 10 de cada 35 minutos, me fui a bañar al mar, paseé por la playa con amigos virtuales, me tomé un helado fantástico e incluso rescate a mi querido iPhone de las garras de un desaprensivo. 

Esta noche he decidido irme a dar otro bañito a la playa, pero dejar el móvil en la mesilla de noche ¿Te vienes?

¿Tú también tienes una doble vida?